Mensaje del cardenal Jorge Mario Bergoglio, SJ, arzobispo de Buenos Aires,
a las comunidades educativas, al inicio del año escolar,
dado en la Misa celebrada en la catedral metropolitana el 9 de abril de 2003
Muchas cosas han pasado desde hace un año: sufrimiento, desconcierto, indignación, pero también mucho poner el hombro por parte de tantos hombres y mujeres que se brindaron al prójimo sin justificarse en la indiferencia
No hay “verdadero destino”, no hay magia. Lo que hay es un pueblo con su historia repleta de interrogantes y dudas, con sus instituciones apenas sosteniéndose, con sus valores puestos entre signos de interrogación.
Solo una acción colectiva de creación histórica puede dar lugar a un rumbo más venturoso. Crear colectivamente una realidad mejor, con los límites y posibilidades de la historia, es un acto de esperanza. No de certezas, ni de meras apuestas: ni destino ni azar. Exige creencias y virtudes. Poner en juego todos los recursos, más un “plus” imponderable que le da su dramatismo.
La reflexión de este año también versa sobre la esperanza, pero muy en particular sobre un componente esencial de su dimensión activa: la creatividad. Porque si estamos en un momento de creación histórica y colectiva, nuestra tarea como educadores ya no puede limitarse a “seguir haciendo lo de siempre”, ni siquiera a “resistir” ante una realidad sumamente adversa: se trata de crear, de comenzar a poner los ladrillos para un nuevo edificio en medio de la historia; es decir, ubicados en un presente que tiene un pasado y eso deseamos también un futuro.
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